PROYECTO: MARTÍN PELÁEZ ESTUDIO.
El estudio de Martín Peláez realiza este proyecto de reforma integral de vivienda situada en la zona más joven del barrio de Chamberí dentro de una pequeña corrala, construcción característica del Madrid de finales del siglo XIX y principios del XX.
FOTOGRAFÍAS: AMORES PICTURES.
El proyecto respeta la estructura original de la vivienda, manteniendo los dos muros de carga y sus huecos de paso existentes, y se trabaja en el espacio restante creando diferentes estancias con particiones de bloque de vidrio. Se busca una dualidad entre dos mundos. Lo antiguo, masivo y opaco. Lo nuevo, ligero y permeable.
Se introduce el color azul como elemento de memoria cromática del estado original. Todas las carpinterías interiores se encontraron pintadas en ese color. Según varios vecinos, es algo muy particular de la finca que, lamentablemente, se está perdiendo con las diferentes transformaciones realizadas en las viviendas.
Siguiendo ese criterio, también se recupera el suelo de baldosa hidráulica color burdeos instalándose en la zona de salón, creando un efecto alfombra que deja entrever parte del pasado de la casa y aporta identidad al espacio.
El vidrio, se introduce en las particiones interiores, realizadas con bloques de diferentes grados de opacidad según la cara del paramento, jugando con efectos transparentes y translúcidos, tanto en brillo como mate, aportando privacidad visual a los espacios de baño y dormitorio principal, pero permitiendo a su vez, el paso de luz desde la calle al interior de la vivienda.
En el dormitorio principal se añaden también grandes cortinas opacas para aportar la flexibilidad y oscuridad necesaria para momentos de sueño.
La vivienda está muy optimizada, contando solamente con cuarenta metros cuadrados de superficie que albergan dos dormitorios, un espacio de baño completo y un espacio interconectado de salón, comedor y cocina.
Se trabaja con una geometría suave, de trazo curvo para articular de una forma fluida los diferentes ambientes del espacio abierto. Y con una geometría radical en el mueble de cocina, creando un elemento con forma de escalera, tan útil como estético.
Dicha forma, además de aportar un valor escultórico, permite su uso como soporte de almacenaje interior cerrado y exterior abierto, a modo de estantería, ofreciendo tanto una vista frontal interesante desde el comedor, como lateral desde el salón.
Los volúmenes de almacenaje, tanto de armario como de cocina, se adosan a los muros medianeros y se plantean también en azul, aportando a todos los espacios un momento visual gráfico y divertido. El amueblamiento planteado es puramente espontáneo. Huyendo de una imagen terminada y fija, casi todos los muebles se crean mediante la composición de libre de “cosas”.