PROYECTO: STUDIO GUILHERME TORRES.
La Casa del Árbol representa un hito en la producción arquitectónica de Guilherme Torres. Los residuos resultantes de esta casa de 1.165 m2 fueron tan mínimos que se retiraron en un único contenedor. Para ello, se utilizaron técnicas constructivas y materiales no tan populares en la construcción civil brasileña, especialmente en la arquitectura residencial.
FOTOGRAFÍAS: DENILSON MACHADO—MCA ESTÚDIO.
La casa brinda la experiencia de vivir entre las copas de los árboles. Tres de las cuatro caras del terreno dan al bosque. Ese fue el escenario que enfrentó Torres cuando visitó por primera vez el lugar, un proyecto residencial que representa el punto de inflexión en su carrera, donde se aplicó la tecnología en términos de sostenibilidad.
Las cualidades singulares del sitio fueron esenciales para su proceso creativo. “Tuve la idea de crear una casa suspendida. Fue una intuición decisiva, y mi trabajo consistía en plasmarla en el papel”, informa Guilherme. La referencia para este primer dibujo era clara: la Casa de Cristal, un clásico de Lina Bo Bardi.
Solo habría veintiún pilares estructurales para suspender la casa, pero una inconveniencia burocrática durante la construcción, obligó a cambiar el diseño y se fue al extremo opuesto: esta vez, la inspiración coqueteó con Villa Dall’Ava, una casa firmada por Rem Koolhaas en París que tiene una “lluvia de pilares inclinados”, como lo describe Torres.
Así, se agregaron ciento veintidós columnas a las veintiuna que ya existían, creando un bosque de pilares debajo de la casa. También se incorporó al proyecto el desnivel del terreno, haciendo la casa tres metros del suelo en el punto más bajo y nueve metros en el más alto. A menudo vistas como invisibles, las soluciones estructurales fueron fundamentales para la rápida ejecución en solo tres meses.
La residencia tiene dos cualidades antagónicas. Externamente, es la fachada lo que llama la atención. Su diseño sólo fue factible gracias a la asociación de múltiples técnicas constructivas.
Ésta presenta un extenso hastial ciego lineal, revestido con placas pigmentadas Viroc (residuos de madera y tableros aglomerados de hormigón). Está libre de compuestos tóxicos, es un material liviano, resistente y, al ser moldeado en fábrica, es fácil de instalar en una variedad de estructuras.
Otro gran beneficio de este material es su bajo mantenimiento, por ejemplo, no requiere pintura. Otro material igualmente importante fue seleccionado para las losas de cubierta, de madera alveolar reforestada colocada sobre vigas prefabricadas y pretensadas de hormigón.
En los interiores, la característica principal es la estricta selección de materiales y colores que componen la paleta. Los ambientes están igualmente distribuidos entre áreas sociales e íntimas y fueron diseñados exclusivamente para una familia de una pareja y dos hijas preadolescentes.
El mobiliario se compone principalmente de piezas diseñadas por el propio arquitecto, con pocas excepciones de muebles de diseñadores brasileños clásicos, como Sérgio Rodrigues. El resultado es el más fino equilibrio entre naturaleza y contemporaneidad.