PROYECTO: EGUE Y SETA.
El estudio Egue y Seta proyecta una casa en Barcelona donde lo femenino tiene que ver más con la necesidad de acoplarse a un programa y un estilo de vida propio que no a estereotipos como la sensibilidad, la intimidad o el cuidado de los otros. Éste es un ático pensado para una mujer con carácter.
FOTOGRAFÍAS: VICUGO FOTO.
¿Existe el interiorismo feminista? No se sabe. Existen cada vez más mujeres profesionales, independientes e incansables que tienen mejores cosas con las que “soñar” que con una casa de un color o de otro.
La vivienda reformada mantiene una distribución parecida a la original, aunque reasigna o añade usos, reduciendo, para esto, algunos tabiques y eliminando por completo otros. De esta forma, la nueva cocina pierde las paredes que la segregaban del resto del espacio y traslada los electrodomésticos y armarios de lavado hacia un nuevo cuarto de baño en planta de acceso, convertido en aseo-lavandería.
Como consecuencia de lo anterior, el vestíbulo de entrada se desdibuja y el acceso, que se practica a través del bajo de la escalera, es dotado de un mobiliario de recepción que sustituye la tradicional dupla de consola y espejo, por un banco zapatero que gira alrededor de una barandilla parcial de listoncillos que unen el techo con un mueble de televisión que le sirve como base.
Por su parte, la pared que actualmente divide la cocina del comedor, en su estado original, se prolonga un par de metros más hacia la balconera, creando un comedor estrecho e incómodo, que a su vez estrangulaba el paso y reducía, por fuerza, el salón, únicamente para generar un espacio residual, oscuro, mal integrado y posterior, que la propietaria empleaba como despacho.
Por lo tanto, se estimó conveniente, eliminar dicha pared, para generar así un salón diáfano, moviendo el comedor hacia la antigua posición del estudio y dotándolo de la conectividad y el mobiliario de almacenaje circundante que le permite ahora doblar su función hacia la de mesa de (tele)trabajo, cuando es necesario.
A la izquierda del comedor, adicionalmente, y sobre la pared que lo separa del aseo, se ha construido un armario profundo que alberga una cama de invitados abatible, mientras que bajo el banco corrido que sirve de asiento a la mesa de comedor, se almacenan cojines almohadas y otros elementos de lencería del hogar.
El resto de las estanterías circundantes se han propuesto abiertas como soporte para elementos decorativos que van colonizando todos los metros lineales perimetrales, siguiendo la altura creciente de la cubierta inclinada con una colección de libros, plantas, fotografías y esculturas adquiridas por la propietaria en sus frecuentes y exóticos viajes.
Una vez practicada la integración física y parcial de los espacios, la intención ha sido la de recuperar cierta diferenciación entre estancias a través del contraste cromático y textural de la envolvente. El prisma negro atraviesa desde arriba la volumetría de la vivienda, delimitando todo el ámbito de cocina y aproximadamente un tercio de la superficie del comedor y el cuarto de baño.
El resto de las estancias se proyectaron como variaciones del blanco y en tonalidades de madera para aportar calidez. Los revestimientos volumétricos y alistonados, presentes en el revestimiento exterior de la planta altillo, la barandilla, y el cuarto de baño, se ciñen también a este criterio, pero intentan aportar textura, sofisticación y variedad al conjunto.