INTERIORISMO: JÚLIA CASALS. ARQUITECTURA: DAMIÁN RIBAS.
En la zona rural del municipio de Palafrugell, en el Baix Empordà, Júlia Casals Interiorista con estudio propio en Barcelona hace la reforma junto al arquitecto Damián Ribas, de una casa unifamiliar aislada.
FOTOGRAFÍAS: EUGENI PONS. ESTILISMO: MAR GAUSACHS.
Enclavada en una zona rural, la casa se erige como un testimonio de la armoniosa fusión entre lo contemporáneo y lo tradicional, enfrentándose a las restricciones de construcción propias de entornos rurales. Con 69m2 de sótano dedicado exclusivamente a funciones de almacenamiento y una planta de vivienda de 134m2, la propiedad abraza la idea de una reinterpretación contemporánea de la masía por fuera y un diseño funcional por dentro.
La estructura, limitada en cuanto a modificaciones exteriores en zonas rurales, se sometió a un proceso de «maquillaje» exterior, centrado en resaltar la estética de una masía con toques contemporáneos. Grandes ventanales fueron incorporados para maximizar la entrada de luz natural y conectar visualmente el interior con el entorno circundante. Además, se añadió una zona de porche y barbacoa para disfrutar de los espacios exteriores.
Internamente, la casa fue diseñada con un enfoque en la funcionalidad y la apertura. La cocina, el comedor y la sala de estar se integraron en un espacio abierto, fomentando la interacción y la fluidez entre las áreas. La zona de noche se estructuró con dos suites, proporcionando privacidad y comodidad a los residentes.
En el sótano, se llevó a cabo una intervención para crear un apartamento independiente, ideal para los hijos mayores o amigos. Este espacio albergó una suite, sofás de obra con capacidad para alojar a cuatro personas adicionales, una pequeña cocina y una salida al exterior. Se complementó con una zona de lavadero para mayor funcionalidad.
Los materiales desempeñaron un papel crucial en la intervención, priorizando elementos locales para preservar la autenticidad del entorno. La piedra, el microcemento, el hierro y la madera se convirtieron en los pilares de la estética de la casa, proporcionando un resultado acogedor, atemporal y neutral. La inclinación del techo de dos aguas y las vigas de madera vista en el interior contribuyeron a reforzar el carácter acogedor y tradicional del espacio.
La iluminación y los tejidos se consideraron cuidadosamente en el diseño interior, añadiendo capas de confort y personalidad al ambiente. La casa fue concebida como un refugio para disfrutar en familia y con amigos durante todo el año, aprovechando al máximo tanto los espacios interiores como exteriores.
La ejecución de la construcción fue confiada a Construccions Josep Alsina, mientras que el ajardinamiento estuvo a cargo de Mónica Martí, quien optó por plantas autóctonas para garantizar un paisaje sostenible.
Los cerramientos y acabados de madera, proporcionados por Fusteria Sais, jugaron un papel clave en la cohesión del proyecto, alineándose con la visión compartida de todos los involucrados en esta transformación única.