PROYECTO: EGUE y SETA.
En esta casa, el estudio Egue y Seta abraza la segregación natural de los espacios por estancias, por horario de uso o por vocación, abriendo ventanas y balcones interiores que, a través de celosías y cristaleras enmarcadas, muestran un paisaje que enriquece el conjunto de forma discreta.
FOTOGRAFÍAS: VICUGO FOTO.
El vestíbulo de esta casa, aparte de recibir, funciona como hilo conductor de todo lo que sucede en su interior. Las líneas puras y ortogonales complementando los arcos y las formas redondeadas; las paredes protagónicas bañadas de patrón y color; los paneles móviles de cristal o las celosías de roble retroiluminados sustituyendo los antiguos paramentos opacos; una caja de escalera semiabierta y depurada en sus líneas y acabados; y una colección ecléctica de mobiliario, atrezzo e iluminación que integra referencias minimalistas, nórdicas, provenzales y urbanas, a partes iguales, bajo una paleta de tonos neutros cálidos con pinceladas de saturación.
Todo ello, sin dejar de ser lo que es: un espacio reducido con vocación integradora y de circulación. Por ello, y siguiendo el sentido de las agujas del reloj, a la izquierda se sitúa un breve conjunto de mueble consola y espejo de la colección Tidder que refleja, en el otro extremo, un armario de tres puertas lacadas en verde eucalipto que se abre por un lado hacia un ropero muy conveniente para dejar los zapatos y los abrigos, y por otro, hacia un aseo de cortesía mínimo, funcional y atractivo que deja descansar todo su peso estético sobre un papel pintado floral y los accesorios, la griferías y un aplique de Ichiro Iwasaki, acabados todos en negro metalizado.
Un poco más allá, la entrada a la cocina que ha sacrificado dos lados y un vértice para abrirse hacia el salón y el vestíbulo a través de unas correderas de blanca carpintería y cristal. Justo al frente, la puerta, siempre abierta, a través de la que se intuye, desde el primer momento, a toda la familia reunida, comiendo, bien sea al fondo, en la terraza o bien en el comedor. Y un poco más acá, la caja de escalera desdibujada que ha visto suplantada su barandilla exterior por un alistonado de roble macizo sobre el que cae un chorro de cálida luz.
La cocina, en su interior, en cambio, es menos centrípeta. En su extremo más interior se vuelca sobre el comedor a través de un umbral profundo que hace de desayunador, de bar y de pasaplatos. En su mitad más exterior o próxima a la fachada, muta por completo el color de sus frontales, sus revestimientos y su decoración para crear un comedor interior con banco lateral que, apoyado sobre una gran pared de espejos, se refleja a sí mismo bajo el potente baño de claridad matinal que entra por la ventana duplicada. A lo largo de toda su longitud, los frontales lacados enmarcados, los tiradores e interiores de madera en conjunción con un azulejo de apariencia manual y esmaltada, aportan calidez, color y textura a lo que de lo contrario sería un espacio quizás excesivamente frío por luminoso.
Por último, en esta planta y a modo de centro y “plaza” interior, se encuentra un salón enteramente integrado a una zona de barra y otra de comedor. Para ello, el espacio reviste sus paredes longitudinales con sendos muebles fabricados a medida en madera, hierro y estriados lacados en color blanco. Estos permiten el almacenamiento decorativo a la izquierda mientras organizan, a la derecha, el espacio destinado a la consola de la televisión, para la chimenea y el almacenamiento de la leña. Y un banco con almacenamiento integrado para el comedor, en la porción más próxima a la escalera. Aquí, los verdes lacados que coloreaban la cocina y el recibidor corren a cargo de la vegetación que ahora se ve como telón de fondo, fuera. Mientras que en el interior todo va de grises cálidos, fibras neutras y vetas de roble natural eventualmente subrayadas por estructuras de hierro negro. Aquí todo es mullido, amplio, versátil y confortable.
En la primera planta, a la derecha, una habitación en suite que propone como separación entre el cuarto de baño y la cama, una persiana fija y vertical de madera, sobre la que se dispone un mueble mixto de lavabo y tocador fabricado a medida en resina, estructura metálica y frontales estriados en color verde liquen. Tras éste, se ubican convenientemente los habitáculos de ducha y sanitario semiocultos mediante discretas mamparas de cristal estriado. En el extremo opuesto de la planta, está la habitación los dos hijos, que comparten espacio.