El deseo de los propietarios de esta magnífica vivienda situada en la Costa Blanca alicantina era conseguir un hogar luminoso, blanco y atemporal, muy volcado al exterior y en el que disfrutar de familia y amigos. El arquitecto le proporciona estos requerimientos con creces, en medio de una estética puramente mediterránea.
La vivienda, con un marcado carácter mediterráneo se desarrolla en dos plantas mediante la suma de diferentes volúmenes: el principal con la cubierta inclinada y otros volúmenes prismáticos que generan las diferentes áreas, así como un gran porche cubierto que a la vez conforma una amplia terraza superior compartida por los dormitorios juveniles.
Los interiores generados se encuentran inundados de luz, son neutros y funcionales. Son espacios dotados de colores piedra y tonos grises, que vienen compensados por el contrapunto de la calidez que aporta la tarima de roble.
La zona de día se abre al porche ubicado en la fachada Este, dejando pasar toda la luz que recibe gracias a unas lamas de suelo a techo que lo separan del distribuidor principal y que a la vez permiten el cruce de perspectivas entre las diferentes estancias.
La zona de estar se encuentra presidida por un mueble que oculta diferentes zonas de almacenaje, un mueble bar y los equipos multimedia. Frente a él, en el otro extremo se encuentra el comedor.
El distribuidor se configura como un gran volumen longitudinal al que vuelcan todas las estancias de la planta baja. Al acceder a la vivienda nos recibe un pequeño espacio a doble altura que comunica con el nivel superior e inunda de luz natural el recibidor. Frente a él, se alza la escultural escalera, conformándola como uno de los elementos clave de la vivienda.
A su izquierda, la cocina, destaca su altura libre de casi tres metros hasta los falsos techos y su zona de trabajo, un espacio luminoso, funcional y casi aséptico, donde la encimera se pliega hasta llegar al techo para facilitar la limpieza y mantenimiento de esta zona.
El dormitorio principal, disfruta también de las vistas al jardín. En él, un volumen revestido de espejo bronce actúa como cabezal, aportando un aire cálido y elegante, además de separar la zona de noche del vestidor.
Éste se configura mediante dos grandes armarios paralelos entre sí, bañados por la luz difusa del exterior. Además, una tercera zona de almacenaje dispuesta en L se integra en el dormitorio, ocultando la puerta de acceso al baño e incorporando un pequeño escritorio realizado en roble.
Por su parte, el baño, continúa con el lenguaje empleado en el resto de la vivienda: elementos llevados de suelo a techo y con un importante protagonismo de la luz natural.
En la planta superior, encontramos otro gran distribuidor que organiza la circulación entre los diferentes dormitorios juveniles. Además, en sus extremos, se ha creado una zona de almacenaje extra.
Desde este espacio común, se accede a cada uno de los juveniles. Las dos habitaciones destinadas a las niñas se encuentran comunicadas por el baño que comparten. En todas estas estancias, de nuevo la iluminación indirecta cobra un papel relevante al enfatizar la pureza de los encuentros de su arquitectura interior.