La atmósfera de una casa de campo pero con la cercanía del mar. La relajación sin interrupciones en el límite entre la piscina y el césped exterior. Pocos objetos pero muy escogidos desde el fondo del corazón. Un comedor con carácter, un estar sobrio, rincones para descansar o desayunar en calma. Interior y exterior en perfecta comunicación entre el sol y la sombra.
ESTILISMO: COLLAGE STUDIO.
FOTOGRAFÍAS: FABRIZIO BERGAMO. TEXTOS: ADA MARQUÉS.
Esta vivienda típicamente ibicenca aprovecha la milenaria sabiduría arquitectónica de la isla para reconstruir, con criterios de actualidad, un espacio tan bello como las casas ancestrales, pero con las comodidades que se exige a un hábitat actual.
La vivienda se encuentra implantada en un lugar privilegiado de la isla de Ibiza, en un promontorio orientado a sur, con unas magníficas vistas al mar. Los autores del proyecto decidieron crear volúmenes puros, jugando con la composición de tres materiales de aspectos muy diferentes: enlucido blanco, madera y piedra local.
Se ha buscado la sorpresa en la distribución desde la entrada y, en otros ángulos, se ha intentado crear un recorrido interesante. En este sentido, la fachada norte ciega presenta volúmenes puros, seguidos por el porche de entrada formado por volúmenes blancos que guían y protegen hasta la puerta de entrada. El vestíbulo de acceso es blanco “compacto” hasta que sucede al salón, un espacio amplio y blanco a través del cual la vista al mar domina y absorbe.
La terraza exterior se esculpe con un inmenso porche y una piscina que, de noche, está iluminada por luces led que cambian a múltiples colores, ofreciendo la posibilidad de crear diferentes ambientes.
En los suelos de la vivienda se ha utilizado microcemento, lo que da continuidad y aspecto natural al espacio. El alicatado del baño principal, por su parte, es de piedra natural pizarra. La carpintería de aluminio es de alta calidad y aspecto contundente para remarcar los grandes ventanales de la casa y las vistas hacia el mar.
Los pavimentos de microcemento se adaptan como un guante al proyecto de interior, basado en la creación de diversos niveles que conforman las diferentes zonas de uso. Ello le da a la pieza principal un interesante aire a los años sesenta, muy adecuado en el entorno en que se desenvuelve la casa. De esta forma, el azul marino y el blanco son los tonos que mandan en los interiores, imponiendo su matizada luminosidad a todos los espacios y caracterizando la personalidad de cada uno de ellos.
Las elecciones de mobiliario también han sido deliberadamente eclécticas, con una interesante comunión de piezas clásicas de diseño, siempre de materiales que no tienen ningún complejo a la hora de envejecer. Materiales, por otro lado, que se integran perfectamente con la esencia estética de la isla, muy marcada a todos los niveles. Los muebles parecen emerger del suelo o las paredes conformando una topografía interior de gran expresividad visual que se superpone a las vistas y conforma un espacio mágico.
Salón y comedor forman un conjunto en el mismo nivel, mientras que la cocina, de dimensiones extraordinarias, ocupa una zona de la planta específica y compartimentada, pero bien relacionada con el exterior, donde se ha dispuesto un comedor exterior.
La iluminación se confía a diferentes luminarias de marcada personalidad que también forman parte de la historia del diseño. Algunas lámparas de apoyo completan el repertorio luminoso del proyecto.
Mención aparte merece el jardín aterrazado que se abre a los pies de la casa aprovechando la pendiente del terreno. Los diferentes niveles del espacio exterior se han dispuesto en terrazas contenidas por muros de piedra local. Frente a la casa se ha construido una piscina y una zona de relax con pavimento de madera de exterior. Un pabellón construido como una réplica de los volúmenes de la casa, alberga un comedor de exterior para el verano.