PROYECTO: MIKEL IRASTORZA.
Esta vivienda del interiorista donostiarra Mikel Irastorza, que vive a caballo entre Berlín y San Sebastián, está localizada junto a Viktoria Luise Platz en el emblemático barrio Bayerische Viertel de la capital alemana y forma parte de un edificio de los años 60 con ventanales muy amplios que permiten la entrada de mucha luz.
FOTOGRAFÍAS: ANNE-CATHERINE SCOFFONI.
Se tiraron todas las paredes del antiguo apartamento, excepto la central de carga, y se hizo una redistribución de los espacios. En la zona del salón-cocina comedor se tiraron los techos de escayola y se dejaron al descubierto las vigas de hormigón consiguiendo una mayor altura en todo el espacio.
Por motivos de distribución, y al no poder derribar una gran pared de carga, la zona de cocina no quedaba lo suficientemente amplia y sin embargo el pasillo era exageradamente ancho, con lo que se decide utilizar este último para instalar gran parte de muebles y electrodomésticos de la cocina para eso Irastorza idea los armarios empotrados que son de los mismos colores y material que la cocina.
En la pared del salón, también se recuperó el forjado para conseguir un ambiente más tipo loft-industrial. En los suelos se puso madera de roble de la casa Italiana IPF y papel pintado de Londonart en el pasillo.
La obra empezó en febrero de 2022, a escasos días de que diese comienzo la invasión de Ucrania por parte de Rusia, esto trajo a Berlín un ambiente de tristeza y pesimismo muy palpable en las calles. En esta obra de hecho había trabajado gente de origen ucraniano. Todo este sentimiento de tristeza, pesimismo y cierta inseguridad inspira al interiorista apostar por el color, dejando el estado bruto del edificio y añadir muchos matices.
Como suele ser habitual en los trabajos de Irastorza, existe una gran mezcla de muebles contemporáneos con muebles upcycling. Así, por ejemplo, la mesa de comedor es una pieza de Andreu World y las sillas Bauhaus, compradas en Praga, se lacaron después en varios colores. El sofá del salón es de Koo Internacional y la mesa de centro es una pieza Mid-century de Berthold Müller. El arte ocupa un papel principal en este piso ya que las obras que se ven en las paredes aportan una enorme carga cromática pero también emocional. En las paredes se puede admirar diversas obras pictóricas entre las que destacan cuadros de los artistas Georg Karl Pfalher, Eva Jablonsky y Bernard Buffet.
El apartamento tiene una planta ligeramente rectangular. En los vértices del ángulo superior se encuentra la zona de estar y el comedor iluminados con la luz natural que entra por las ventanas. El dormitorio grande y el de dimensiones más reducidas ocupan a parte opuesta del piso muy cerca del baño. La cocina es un espacio que convive con la zona de estar, al estilo americano.
Todo el apartamento ha sido pintado de blanco como un lienzo intocado donde destacan de forma especial los colores vivos de muebles, sillas y complementos. Muchos de los elementos que se ven en este proyecto son piezas recicladas y devueltas a la vida por la sabiduría del interiorista que, además, hace una proclama de apoyo a la sostenibilidad.
El pavimento de madera clara aporta una nota de calidez al conjunto que tiene su reflejo en la belleza de las vigas de hormigón del techo que se han pintado de blanco para dejarlas a la vista y que aportan un cierto aire brutalista al conjunto del proyecto.
Los árboles que adornan la calle junto al apartamento se introducen por las ventanas y compiten en colorido con los muebles del espacio. Se respira calma y armonía en todas las estancias.