PROYECTO: JAO ARQUITECTURA.
Este proyecto singular realizado por el estudio Jao Arquitectura, nace de la actuación de unir dos apartamentos dúplex, en un edificio de los años sesenta en el puerto Deportivo de Almerimar, en la provincia de Almería.
FOTOGRAFÍAS: ADAM GARCÍA.
Uno de los apartamentos ya había sido reformado y se opta por respetar en todo lo posible esa reforma, que se encontraba en perfecto estado. El apartamento que se une se transforma de forma integral, se hace una demolición completa en la que aparece la estructura original, de vigas y pilares metálicos.
Las estancias que van a quedar en la unión de ambas viviendas son la entrada, la cocina y en la planta de arriba, el paso a las habitaciones principales. Es en estos espacios donde se muestra esa “costura” a través de los materiales y el color.
La entrada, adopta el color tierra del suelo cerámico original del edificio, que une con el origen de lo que fue la vivienda y cose ambos pavimentos porcelánicos (existente y nuevo), diferentes en las dos viviendas. En la cocina se opta por el mismo pavimento en color azul verdoso. Es este un espacio pasante, con todos los típicos útiles de cocina empaquetados en una pared, que a su vez hace de separación con la entrada, muebles y encimera diseñadas en un mismo color, como un único mueble y una isla central realizada completamente en madera, como elemento rotundo, de reunión.
La distribución de la planta baja se realiza con distintas zonas interconectadas, creando un espacio fluido y recorridos continuos, que podrán albergar las diferentes actividades que irán cambiando a lo largo del tiempo. Se deja una única escalera, la del primer apartamento, con la madera original. El vacío de la otra escalera se respeta y se pone en valor, de forma que ese espacio también fluya en altura y se escape a través de un lucernario situado en la cubierta.
En la primera planta, a través de un hueco en el armario existente, marcado con color, se crea “una puerta secreta” que descubre el espacio principal de habitaciones. Una serie de franjas que van de este a oeste, configuran los espacios de habitaciones, vestidor y baño principal, con la posibilidad de delimitarlos con paneles, cortinas… espacios concatenados, con la voluntad de transformarse.
Si bien la reforma existente era en tonos grises y blancos neutros, muy homogénea, se opta en la zona “nueva” por un ambiente mucho más cálido, con maderas naturales como protagonistas junto con una amplia gama de colores muy protagonistas, que van modificándose en las diferentes franjas y cada una con una atmósfera propia.
La habitación infantil ocupa la primera franja, en un sólo espacio pasante, con un gran armario en contrachapado de haya, que configura toda una pared, donde se integra la puerta de acceso. Se pensó como un espacio que tuviese la posibilidad de dividirse en un futuro. Ahora es una cortina tupida la que hace las veces de separación y oscurece en caso de necesidad.
Tras un panel corredero, se encuentra la franja del vestidor, completamente abierto, un espacio hedonista, cargado de color, con un mural en todo el largo como protagonista y muebles diseñados a medida configurando las entradas al dormitorio y al baño a través del propio mueble.
La estructura original se descubre, se pinta de negro de forma que se enfatizan esas líneas originales, como el dibujo de una retícula fija en un espacio cambiante, esta misma operación se repite con algunos conductos de instalaciones que quedan vistos.
La iluminación se realiza mediante carriles negros en superficie, que acompañan a las líneas de la estructura y permiten aprovechar toda la altura de la vivienda, la intención no es conseguir una luz homogénea y sí dar protagonismo a distintos elementos o zonas.