PROYECTO: GABRIELA BARRERA + CÉSAR PLATA, IMPEPINABLE.
Para dar vida y energía a un apartamento neutro y sin garra en el centro de Madrid, el estudio Impepinable propone un ataque profundo a base de colores vibrantes y una estrategia de circulación que se basa en una pared central que articula todos los espacios. El resultado lleno de energía es notable.
FOTOGRAFÍAS: IMAGEN SUBLIMINAL.
Carlota y Alejandro querían color. El piso que se habían comprado estaba totalmente fragmentado en pequeñas habitaciones oscuras y todo el espacio parecía muy gris. Carlota trabaja en moda, tiene mucha ropa y accesorios que almacenar por temporadas. Alejandro es más de libros y vinilos. No les apetecía compartir un único baño, pero sí una zona de trabajo.
Con estos deseos y necesidades claras el estudio Impepinable se enfrenta a la geometría característica de un piso en un edificio anodino del centro de Madrid, el típico «piso pasillo» con dos ventanas a la calle partido en dos por sendos patios de luz y ventilación.
El propio perímetro ya define dos zonas diferenciadas, una mayor volcada a la calle y otra reducida abierta a los patios.
Se decide llevar al límite la idea de espacio longitudinal y resolver todo el proyecto con un único elemento: un muro mágico. Este muro almacena ropa, libros, cacharros, electrodomésticos, esconde una cabina de inodoro e invita a usar su gran lavabo, también cocina, refrigera e invita a tomar un vino. Además, y más importante, distribuye todos los espacios de la casa. Tenía que ser un espacio mágico.
El estudio de interiorismo Impepinable introduce el color, combinando el verde del elemento central del proyecto con el amarillo en ventanas modernas, radiadores antiguos y revestimientos de baño. Se juega con las luces y sombras generadas por la opacidad del DM y la transparencia del deployé lacado. La zona de dormir elevada conforma un espacio azul, privado y tranquilo. Se aprovechan estas plataformas para sacar espacio de almacenamiento adicional. El espacio de dormir es cambiante y se configura mediante una gran cortina plateada capaz de cubrir desde la ventana hasta el vestidor.
El contraste enérgico de colores contrapuestos como el azul y el amarillo se convierte en un revulsivo que aporta luminosidad y juventud al espacio ates anodino. Los códigos cromáticos se instalan en toda la casa que adquiere un cierto estilo años sesenta muy apropiado para un apartamento en el centro de la capital. Además, no se trata de colores primarios sino de tonos un poco más elaborados y muy acertados que se convierten en la seña de identidad del espacio.
Carlota y Alejandro disfrutan ahora en su pequeño piso de un amplio espacio de estar donde recibir amigos, una luminosa zona de trabajo, un espacio de dormir galáctico y un vestidor XL.