Encinas centenarias
PROYECTO: RAMÓN ESTEVE.
Esta magnífica vivienda unifamiliar, proyectada por el estudio de Ramón Esteve se encuentra en una zona residencial de la sierra de Madrid, en un entorno donde la vegetación adquiere una gran importancia debido a su frondosidad. La armonía con el entorno ha sido el criterio de partida del proyecto.
FOTOGRAFÍAS: MARIELA APOLLONIO. TEXTOS: PABLO ESTELA.
La parcela de esta vivienda cercana a Madrid linda con un lago al que se abre la construcción. La presencia de unas encinas centenarias, dispersas por la parcela, originan la geometría y la posición de la casa, por lo que el proceso proyectual está íntimamente ligado a su enclave.
La vivienda se descabalga para adaptarse a los ejemplares de más porte, respetándolos y dotándolos de gran protagonismo. El acceso queda presidido por la encina de mayor tamaño. Al mismo tiempo que organiza la entrada y recibe al visitante, dota a la casa de una gran presencia. Otras dos carrascas originan una plaza que articula el acceso rodado. El proyecto parte de la fragmentación del volumen en varias cajas que se extienden mediante unos porches de acero corten. Esta prolongación permite expandir la vivienda hacia el exterior formando una gran terraza. Cada pieza posee una altura diferente en función de la estancia que alberga. La jerarquía de espacios aporta ritmo y movimiento a las fachadas principales.
El vestíbulo de acceso a la vivienda es un espacio de transición donde confluyen interior y exterior. El pavimento exterior atraviesa la vivienda y desemboca en una lámina de agua longitudinal que visualmente se une a la piscina. Los límites se desdibujan gracias a la presencia de los materiales exteriores. Este espacio actúa como filtro entre la zona de día y la de noche, la parte más pública y la más privada de la casa.
El fuerte carácter tectónico de la vivienda la vincula a su entorno inmediato. Los grandes muros de mampostería actúan como nexo de unión con el terreno. La madera utilizada y el acero corten recuerdan a los troncos de las encinas y a la vegetación de la sierra de Madrid. La tonalidad de la gran piscina longitudinal recuerda al lago al que se abre la vivienda. La dureza de la piel exterior contrasta con el equilibrio y la luminosidad del interior, donde las maderas se aclaran y el blanco y las tonalidades neutras predominan en el espacio.
Los volúmenes tienen una única planta y cuentan con una gran altura por lo que la escala del espacio se amplifica. El salón cuenta con una amplia doble altura que queda presidida por una escalera escultórica. Por ella se accede a la zona de dormitorios que se ubica en la primera planta del único volumen con dos niveles. La vivienda cuenta con un gran basamento que queda iluminado gracias a la orografía del terreno.
La bodega es una estancia que cobra gran protagonismo en el proyecto. Se trata de una sala acristalada que se va descubriendo a medida que se desciende por la escalera. Las botellas más especiales están colocadas en unos montantes metálicos con acabado bronce a modo de expositor. La bodega cuenta con una climatización especial que mantiene el vino en las condiciones óptimas para su conservación.
La casa actúa como una galería que alberga piezas de arte en la mayoría de las estancias. Presente incluso en las paredes del garaje, que recogen la intervención del artista Remi Rough, así como una escultura de Fred Wilson.