Ubicado en un fraccionamiento privado de la Zona Metropolitana de Guadalajara, el proyecto de esta vivienda unifamiliar se concibe a través de la intención de crear un pequeño espacio natural interior dentro de este sitio, por lo que todo se proyecta hacia el espacio central.
PROYECTO: 21 ARQUITECTOS.
FOTOGRAFÍAS: OSCAR HERNÁNDEZ. MODELO: CRISTINA HERNÁNDEZ. TEXTOS: ADA MARQUÉS.
Para crear un espacio natural dentro de la casa todo el proyecto se encuentra orientado hacia la parte central, donde grandes paredes de cristal enfocan su mira hacia un espejo de agua que se sitúa en dicha zona y éste, a su vez, está acompañado por un hueco de acero en su parte central que contiene en su interior un árbol de la especie olivo negro con más de seis metros de altura, lo cual genera que este elemento natural pueda ser percibido casi desde cualquier punto de la casa.
La idea original de los clientes era la de crear un espacio de tres niveles, buscando algo propositivo en la parte de la volumetría, con espacios totalmente abiertos y los mínimos materiales requeridos para crear la composición y la armonía buscada.
El proceso de diseño se prolongó un poco más de lo habitual, debido a que durante el desarrollo del mismo se suscitaron distintos cambios de dirección en el proyecto. Eso sí, respetando siempre la esencia y el concepto original. Todo esto fue debido a ideas que durante dicho proceso fueron surgiendo para enriquecer el proyecto. Finalmente, y de manera contrapuesta a la prolongación en el tiempo de desarrollo, se logró crear una propuesta que, además de propositiva, cubriría todas y cada una de las necesidades que el cliente requería para poder habitar dicho espacio de manera totalmente satisfactoria.
El programa arquitectónico está divido en tres plantas. Con una superficie de terreno de 278 m2. Una planta de sótano de 41 m2, con garaje techado para dos coches, una pequeña bodega de usos múltiples y un distribuidor que conecta directamente a la parte central del proyecto.
En planta baja, con poco más de cien metros cuadrados, se sitúa toda el área social de la casa –recibidor, baño de visitas, sala, comedor, cocina y estudio–, con grandes claros y casi nulos elementos sólidos, lo cual permite la libre visual tanto al espejo de agua central mencionado, como a una terraza semitechada en la parte posterior.
Una escalinata de peldaños flotantes de madera es la conexión entre la planta baja y planta alta, de 130 metros cuadrados, la cual consta de un estar de audiovisuales en su parte central que cumple la función de distribuidor hacia las habitaciones (dos estancias secundarias con baño compartido y otra principal, con vestidor y baño en el interior de la misma) y un cuarto de servicio. Finalmente, otro conjunto de peldaños flotados, generan un acceso a una pequeña terraza en la parte de la azotea, que debido a su altura logra abrir una panorámica a la montaña circundante.
La paleta de materiales utilizada para este proyecto define perfectamente los objetivos del mismo. En la fachada principal, existen muros con aplanados de mortero y pintura en colores apegados a una escala de grises. Una escalinata de hormigón lavado marcada por dos taludes de pasto a los costados cumple la función de acceso peatonal a la vivienda, de igual manera una rampa y una cochera de piedra laja, realiza la misma función para el acceso vehicular.
Una vez que se concluye el recorrido de dicha escalinata existe un recibidor exterior, el cual crea un pequeño ambiente de calidez pavimentado con madera Cumarú, con vista hacia un jardín seco que contiene dos grandes macetones de acero con un árbol de la especie Arrayán cada uno de ellos. Todo esto delimitado por una protección de cristales templados y unas celosías de madera Cumarú que delimitan el espacio, pero a la vez permiten la libre visual hacia el exterior.
Después de cruzar la puerta principal, la cual fue realizada con duelas de Parota de distintos tamaños, se llega al vestíbulo principal, que recibe con un tapete de hormigón pulido, con piedra de río a su alrededor, todo esto acompañado de un muro de hormigón aparente que, además de servir como elemento estructural, contrasta y se integra de manera perfecta en la composición general del proyecto.
Una vez dentro, se percibe que la mayoría de las paredes son de cristal claro con herrajes de acero inoxidable, con vista hacia el espejo de agua central, al exterior en el estudio y a la terraza en la parte posterior. Los pocos muros y la losa son aplanados de yeso pulido con pintura en color blanco mate.
Los pisos en toda la planta baja están conformados por mármol Santo Tomas y una terraza exterior a base de deck de madera Cumarú. En el jardín destaca un espejo de agua central con periferia de solera de acero, pintada en color negro y piedra de río suelta en su interior. Las laterales y la parte posterior son jardines de pasto con vegetación en sus extremos.
La escalera principal y la que conecta con la azotea, están forjadas a base de escalones volados, recubiertos con madera de Parota. Toda la carpintería interior (puertas, escalones, muebles de baño, armarios, celosías y recubrimientos), está realizada en madera de Parota. La planta alta utiliza exactamente la misma tonalidad de acabados en sus muros que la planta baja. La única diferencia es en los pavimentos, ya que en ésta se instaló pavimento de madera de Nogal en el estar y, por su parte, porcelanatos en muros y pisos de los baños y cuarto de servicio.