El diseño de esta vivienda ubicada en la ciudad costera de Denia, nace con un ojo puesto en el estilo de la casa payesa ibicenca, líneas simples, claras, luz controlada y el color blanco como trazos de inicio. Todo ayuda a integrar la casa en el paisaje.
PROYECTO: CARLES FAUS ARQUITECTURA. COLABORADORES: Anaís Penáguila, María Aloy.
FOTOGRAFÍAS: MARIELLA APOLLONIO. TEXTOS: ADA MARQUÉS.
La vivienda queda mojada por la luz de la ciudad de Denia, ubicada en un entorno donde se ha tenido que poner el acento solamente en su interior, teniendo que desviar la atención de lo que le rodea.
A la hora de proyectar, se ha seguido una formalidad rectilínea, sin demasiadas desviaciones de los planos que conforman los ejes principales de la vivienda.
Un diseño, donde la ubicación de los espacios viene dada, en gran parte, por la trayectoria de la luz a lo largo del día. Al entrar, la vivienda recibe con una gran abertura con vistas hacia la piscina, en el primer plano, y hacia el castillo de Denia en un plano más difuso.
Esta gran abertura una vez abierta, que dispone de una gran capacidad de difuminar, enmarca la relación interior-exterior por un porche de las mismas dimensiones, que mitiga la entrada del Sol en los meses más calurosos del año, favoreciendo de este modo su estancia en el mismo.
El acceso al interior de la vivienda se ha generado a través de un acceso lateral, ubicado en la fachada norte. Dicho acceso viene acompañado por una gran abertura, que enmarca las vistas desde la zona de la cocina y el comedor, aumentando dicha relación entre ambos espacios, albergando una pequeña línea verde del jardín exterior en el interior de la estancia principal.
La entrada abre el espacio del núcleo principal, un espacio de doble altura que permite romper con la continuidad exterior. La zona de día queda delimitada por la zona de mayor volumen y la gran abertura a la que precede el porche de la fachada principal. Sobre éste beben el resto de las piezas de la vivienda, ubicando, sobre un plano muy discreto, el núcleo de comunicación vertical.
El blanco como materia principal. Ésta ha sido la premisa que han seguido los autores del proyecto de principio a fin. El blanco como generador y conductor de la luz. Unas sombras negras desteñidas por su fondo blanco. Una cal blanca, en sus paramentos verticales exteriores, que al llegar a su base sigue la misma trazabilidad y linealidad al emplear el microcemento blanco como de continuidad. La base proyectual podría traducirse como un gran lienzo blanco al que se le ha dotado de distintos pigmentos blancos para conformar todos los espacios.
Siguiendo las pautas marcadas por las austeras líneas de la arquitectura de esta vivienda, el proyecto de interiorismo ha planteado unos interiores muy vinculados al paisaje exterior y que, al mismo tiempo, reproducen el sosiego y la tranquilidad que anticipan sus muros.
En su interior la vivienda se ha proyectado con unos ambientes cálidos, combinando una paleta de tonos, que se complementan con un mobiliario dispuesto de forma muy cuidada. Los propietarios han participado muy activamente a la hora de escoger el mobiliario y han colaborado en la elección de los materiales de los acabados interiores, estableciendo un diálogo fluido entre ellos y el arquitecto.
Las habitaciones se han amueblado de forma minimalista, apostando únicamente por el uso de las piezas imprescindibles y dejando de lado lo superfluo, de modo que se han creado atmósferas acogedoras y limpias, que invitan a la relajación y a la tranquilidad.
Una sencillez y depuración que se ha seguido también en los baños, en los que domina el blanco absoluto.
De esta forma, al igual que la arquitectura está pensada para la integración de los volúmenes en la tierra, el interiorismo asume la misma vocación y declara sin complejos que el entorno es lo que manda en este proyecto y ante él se rinde.