LENGUAJE DE VOLÚMENES
La rehabilitación de un antiguo cobertizo cercano al río ha dado como resultado esta original vivienda, que juega con las formas y los volúmenes para crear un lenguaje único. Las diferentes dimensiones de la fachada contrastan con las estancias del interior, que se tratan como una unidad en la que no existen las diferencias volumétricas o estilísticas.
PROYECTO: JORDI VAYREDA, PROJECT TEAM.
FOTOGRAFÍAS: JORDI MIRALLES. TEXTOS: ADA MARQUÉS.
En un pequeño solar, muy cercano al río, se encuentra un antiguo cobertizo, humilde y de pequeñas dimensiones. El proyecto parte de la rehabilitación y ampliación del edificio siguiendo dos premisas básicas: mantener el recuerdo de la estructura inicial y adecuar la vivienda a las necesidades de una familia con hijos.
El arquitecto Jordi Vayreda moldea la nueva vivienda a partir de la forma original del cobertizo y tan solo modifica la altura, además de incorporar una nueva cubierta con el fin de conseguir más metros cuadrados. Todos estos cambios dan como resultado una original fachada, que llama la atención por los diferentes volúmenes y colores que la forman. El exterior se realiza con un acabado en aluminio, que otorga la idea de casa de papel, ya que las juntas marcadas se asemejan a un trozo de papel blanco doblado. El forrado de aluminio confiere gran claridad, reflejos en el paisaje y técnicamente aporta una segunda piel, que esconde el material de aislamiento. Además, ayuda a que la humedad que se desprende del río y del rocío no se filtre hacia el interior de la vivienda.
Al su lado, se anexa una nueva construcción, mucho más contundente, de forma rectangular y en acabado antracita. La diferencia de formas, alturas y colores ayuda a definir la identidad de cada construcción y, con un simple vistazo, desde el exterior se puede interpretar perfectamente la forma original del edificio y la ampliación que ha sufrido. De esta manera el antiguo cobertizo no pierde su identidad histórica.
Los dos volúmenes se encuentran unidos por un porche, realizado en madera, que ayuda a definir el interior de la vivienda. Éste, a diferencia de la fachada, se ha trabajo como una unidad, sin diferencias volumétricas ni estilísticas. Con el fin de relacionar el exterior de la casa con la zona privada se escoge un mismo pavimento: el suelo de madera del porche se cuela por la puerta de la terraza hasta inundar el primer piso de la vivienda.
En la planta baja se encuentran las zonas comunes: el salón, el comedor y la cocina. Desde el principio se eliminó el concepto de puerta principal y recibidor, para aprovechar al máximo cada metro cuadrado. Así, accediendo desde el porche, el comedor es el primer ambiente que se observa. Este espacio se caracteriza por su sencillez y comodidad, y cuenta con el mobiliario imprescindible. Cercana se encuentra la cocina, que se separa del office gracias a un versátil mueble: por una parte, almacena los módulos altos de la cocina y su parte trasera esconde armarios que dan soporte al comedor. Los laterales de este mueble funcionan como ropero para las visitas, ya que este primer ambiente hace las funciones de recibidor.
Sin necesidad de tabiques, la cocina queda totalmente aislada. Al sobrepasar el mueble divisorio se descubre una cocina amplia y con una distribución de los módulos en paralelo, que posibilita que más de una persona pueda estar trabajando en el espacio sin molestarse. Adosada a la pared se instala una encimera alargada, con una amplia zona de almacenamiento, sobre la que se coloca la zona de cocción y aguas.
En el centro, una isla de trabajo otorga una gran superficie de trabajo, además de ser una práctica barra para desayunos y comidas rápidas. Toda la cocina disfruta de abundante luz natural, sensación que se potencia gracias al mobiliario de color blanco mate.
Unido al comedor, se crea un espacio, llamado sala anexa, en la que se ubica la zona de estar formada por un gran sofá y una mesa que bien puede usarse para estudiar, reuniones o como superficie de juegos para los niños. En un rincón se instala una gran estantería, para colocar libros y películas, por lo que este ambiente se convierte en sala de lectura y, por esta razón, es la más iluminada de toda la vivienda. Un gran ventanal recorre en horizontal una de las paredes del salón y no sólo deja paso a la luz solar, sino que conecta visualmente el jardín con el interior de la vivienda. Bajo esta ventana se coloca un gran mueble contenedor, que asegura una sala ordenada y despejada.
La planta superior, en la que se encuentran las habitaciones, se conecta con la baja mediante una escalera, realizada a medida por un pequeño rincón que queda entre la antigua y la nueva construcción. Así, se crea una escalera metálica con zócalo incorporado, que asegura los buenos acabados de los revestimientos posteriores de las paredes.
Un distribuidor abierto, con grandes alturas, conduce al baño común, una habitación de invitados y al dormitorio principal, que incorpora baño y vestidor. Esta suite llama la atención por el cabezal de roble de la cama, con juntas marcadas que emulan las sombras de los árboles de la orilla del río.